El juego de azar no puede ser considerado nocivo por sí mismo, al igual que no todas las personas que juegan alguna vez deben ser consideradas jugadores patológicos. Lo que resulta perjudicial es el abuso o perversión que se pueda hacer del juego.
El juego comprende intrínsecamente dos facetas ambivalentes y, si se quiere, antagónicas: a) la diversión y el entretenimiento y b) la adicción.
Inglés | Español |
PLAY
(actividad recreativa: juegos infantiles) |
JUEGO |
GAME
(partida de juego: juegos de tablero, juegos de ordenador,…) |
|
SPORT
(juego deportivo: tenis, fútbol,…) |
|
BET
(apuesta de azar) |
|
GAMBLING
(juego de azar) |
Fuente: Bombín Mínguez B, “El juego de azar. Patología y testimonio”
En la cultura hispana sólo existe el término “juego” para designar todo tipo de juegos (desde los juegos infantiles hasta el juego de apuestas, pasando por los juegos de mesa, juegos intelectuales, deportivos, etc.). La cultura anglófona ha tipificado semánticamente mucho mejor este concepto de “juego”, adjudicando sustantivos diferentes para cada acepción principal que entraña el término único en castellano.
Con anterioridad al siglo XX, los problemas relacionados con el juego y el interés por los mismos venían recibiendo un reconocimiento desigual, tratándose más bien como un asunto de interés sociocultural, político e incluso literario. No obstante, a principios de dicho siglo, la psiquiatría comenzó a preocuparse por el juego patológico, siendo estudiado primero por autores psicoanalistas como Bergler y, posteriormente, por distintas escuelas psicológicas como la conductista y la de aprendizaje social. Otras aportaciones proceden del estudio de las adicciones, las cuales han supuesto una base importante en el desarrollo del concepto de juego patológico como trastorno. Sin embargo, no es hasta hace unos 40 años, en 1980, y gracias a la Asociación Americana de Psiquiatría (A.P.A.), cuando el juego patológico o ludopatía adquiere una entidad nosológica independiente y autónoma gracias a su inclusión bajo el término de “Pathological Gambling” en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-III.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud incluyó el juego patológico como entidad independiente en la décima revisión de la Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE 10) en el año 1992, bajo el término de Ludopatía y dentro del capítulo de trastornos de los hábitos y del control de los impulsos. Este organismo define el juego patológico o ludopatía como un trastorno caracterizado por “…la presencia de frecuentes y reiterados episodios de participación en juegos de apuestas, los cuales dominan la vida del enfermo en perjuicio de sus valores y obligaciones sociales, laborales, materiales y familiares del mismo;… esta conducta persiste y a menudo se incrementa a pesar de sus consecuencias sociales adversas tales como la pérdida de la fortuna personal, deterioro de las relaciones familiares y situaciones personales críticas”.
Más recientemente, en 2013, y de manera acertada bajo mi punto de vista, la A.P.A. ha incluido la ludopatía dentro de los trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos, siendo sus criterios diagnósticos:
Juego patológico problemático persistente y recurrente, que provoca un deterioro o malestar clínicamente significativo y se manifiesta porque el individuo presenta cuatro (o más) de los siguientes criterios durante un periodo de 12 meses:
Su comportamiento ante el juego no se explica mejor por un episodio maníaco.
En los juegos de azar, podemos decir que existen tres tipos de jugadores:
Juega de manera puntual, lo hace por entretenimiento o en un contexto social, por ocio o placer.
Juega de forma muy frecuente e incluso puede ser diariamente, lo que le puede suponer problemas económicos en alguna ocasión. No desatiende sus obligaciones pero, normalmente precipitados por estresantes externos como problemas laborales, familiares, deudas, etc., tienen elevadísimo riesgo de convertirse en jugadores patológicos.
Existe una verdadera adicción al juego, que ocupa el eje de su vida, desatendiendo sus responsabilidades familiares, sociales, laborales, económicas, etc., entrando en una espiral autodestructiva de juego-gastos-deudas cada vez mayor.
En nuestro país, un estudio del año 2015 publicado por la Dirección General de Ordenación del Juego, dependiente del Ministerio de Hacienda, ofrece un índice de prevalencia en la población española del 0,9% para personas catalogadas como jugadores patológicos y del 1% en personas catalogadas como jugadores con problemas, valores que se reducen a 0,3 % y 0,6 %, respectivamente, si se trabaja con los resultados vinculados al juego en el último año.
Con respecto a las causas de este trastorno, se han propuesto alteraciones en los neurotransmisores serotonina, noradrenalina y dopamina. No obstante, como ocurre en muchos de los trastornos mentales, el juego patológico no puede ser considerado únicamente desde una perspectiva biológica ya que en el desarrollo de una determinada patología intervendrían factores de predisposición biológica junto a aspectos psicosociales y medioambientales. No debemos olvidar que el ser humano es un ser bio-psico-social. Estos aspectos psicológico-sociales como biológicos afectan de manera diferente a cada individuo, siendo muy difícil determinar el grado de influencia de cada uno, de manera que los determinantes biológicos pueden ser de mayor importancia en algunas personas mientras que en otras pueden tener mayor relevancia los factores psicológicos o la influencia de aspectos ambientales.
Para finalizar, hay que decir que esta enfermedad tiene solución. La terapia farmacológica asociada siempre a terapia cognitivo-conductual pueden detener el trastorno, siempre y cuando la persona afectada por él esté motivada para sobrellevar la “abstinencia” que le ocasionará no jugar.