Alcoholismo

El alcohol forma parte de la vida cotidiana en muchas partes del mundo. Su consumo es valorado por numerosas razones: como medio de sociabilidad, como parte de la nutrición y como símbolo de descanso que relaja de las responsabilidades cotidianas. El alcohol es algo con lo que las personas se encuentran familiarizadas y cómodas, por lo que es difícil adoptar las reservas e imparcialidad necesarias para reconocer y actuar sobre los problemas asociados a su consumo.

 

Según los datos publicados por la Organización Mundial de la Salud, la región Europea de la OMS es la región del mundo con un consumo más alto de alcohol y presenta un consumo per cápita dos veces más elevado que la media mundial.

En 2002, el alcohol constituía el tercer factor de riesgo más importante de los 26 factores de riesgo relativos a la carga de la enfermedad evaluada en la región Europea, sólo superado por la hipertensión y el tabaco, y representaba asimismo el principal factor de riesgo entre los jóvenes. La carga de la enfermedad derivada del alcohol en Europa es dos veces superior a la media mundial. Los problemas sociales y de salud de las personas que rodean a la persona bebedora son al menos tan importantes como los problemas para el propio bebedor o bebedora y este impacto del consumo perjudicial de alcohol para las otras personas, además de para la persona bebedora, es un argumento muy sólido para llevar a cabo acciones eficaces con el fin de reducir la carga de los trastornos relacionados con el alcohol.

 

De forma global los fallecimientos relacionados con el alcohol han aumentado en aproximadamente el 15% entre 2000 y 2002, y actualmente representan el 6,3% de todos los fallecimientos en Europa. Si tomamos en consideración los años de vida perdidos debido a mortalidad prematura así como los años de vida vividos con discapacidad, la carga del alcohol es incluso más elevada, representando el 10,8% de la carga de la enfermedad en Europa. Los varones presentan una carga de la enfermedad y una mortalidad relacionadas con el alcohol considerablemente más elevadas que las mujeres. Además los jóvenes se ven especialmente afectados, y en el grupo de edad de 15 – 30 años, más de una tercera parte de la carga en varones y aproximadamente el 14% de la carga en mujeres son atribuibles al alcohol.

En 2002, el alcohol constituía el tercer factor de riesgo más importante relativo a la carga de la enfermedad en la región Europea, sólo superado por la hipertensión y el tabaco, y representaba asimismo el principal factor de riesgo entre los jóvenes.

El uso nocivo del alcohol contribuye de forma importante a la carga mundial de morbilidad, y ocupa el tercer lugar entre los principales factores de riesgo de muerte prematura y discapacidad a nivel mundial.  Se estima que en 2004 murieron en todo el mundo unos 2,5 millones de personas y en 2012 fueron 3,3 millones, incluidos 320000 jóvenes de 15 a 29 años, por causas relacionadas con el alcohol. El uso nocivo del alcohol fue el responsable del 3,8% de la mortalidad mundial en 2004 y del 5,9 % en 2012, así como del 4,5% de la carga mundial de morbilidad expresada como pérdida de años de vida ajustados en función de la discapacidad en el año 2004, aun teniendo en cuenta el pequeño efecto protector del consumo bajo de alcohol, especialmente contra la cardiopatía coronaria, en algunas personas de más de 40 años.

 

El consumo de alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. Está asociado con el riesgo de desarrollar problemas de salud tales como trastornos mentales y comportamentales, incluido el alcoholismo, importantes enfermedades no transmisibles tales como la cirrosis hepática, algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares, así como traumatismos derivados de la violencia y los accidentes de tráfico. Una proporción importante de la carga de morbilidad y mortalidad atribuibles al uso nocivo del alcohol corresponde a los traumatismos, sean o no intencionados, en particular los resultantes de accidentes de tráfico, actos de violencia y suicidios. Además, los traumatismos mortales atribuibles al consumo de alcohol tienden a afectar a personas relativamente jóvenes, provocando muertes  y discapacidad a una edad relativamente temprana, ya que, según la OMS, en el grupo etario de 20 a 39 años, un 25% de las defunciones son atribuibles al consumo de alcohol.

Ocupa el tercer lugar entre los principales factores de riesgo de muerte prematura y discapacidad a nivel mundial.

Además, recientemente se han establecido relaciones causales entre el consumo nocivo de alcohol y la incidencia de enfermedades infecciosas tales como la tuberculosis y el VIH/sida, mientras que el consumo de alcohol por parte de una embarazada puede provocar síndrome alcohólico fetal y complicaciones perinatales.

Se han establecido relaciones causales entre el consumo nocivo de alcohol y la incidencia de enfermedades infecciosas tales como la tuberculosis y el VIH/sida