Trastornos de ansiedad

Como recoge la Guía de Práctica Clínica para el Manejo de Pacientes con Trastornos de Ansiedad en Atención Primaria del Ministerio de Sanidad y Consumo, entre los problemas de salud mental, los trastornos de ansiedad se asocian con sustanciales niveles de incapacidad. Esta disfuncionalidad tiene un impacto considerable en el bienestar personal, en las relaciones sociales y en la productividad en el trabajo, con el agravante de que su alta prevalencia y el curso recurrente o incluso crónico de muchos de ellos, los puede hacer tan incapacitantes como cualquier otra enfermedad física crónica.

 

Los trastornos de ansiedad son, junto con los trastornos del ánimo, los que más contribuyen a la morbi-mortalidad a través del sufrimiento que generan y los que más repercuten en las economías nacionales. La angustia/ansiedad patológica dificulta la funcionalidad del sujeto allí donde se desenvuelve, limitándole su autonomía y dejándolo atrapado y amenazado por la misma angustia.

Pero es muy importante distinguir entre ansiedad normal y ansiedad patológica.

La ansiedad es una sensación o un estado emocional normal ante determinadas situaciones y que constituye una respuesta habitual y necesaria en diferentes escenarios cotidianos (conducir, realizar un examen, hacer una entrevista de trabajo, etc.). Así, cierto grado de ansiedad es incluso deseable para el manejo normal de las exigencias del día a día. Tan sólo cuando sobrepasa cierta intensidad o supera la capacidad adaptativa de la persona, es cuando la ansiedad se convierte en patológica, provocando malestar significativo con síntomas que afectan tanto al plano físico, como al psicológico y conductual.

En la actualidad, la clasificación de la Asociación Americana de Psiquiatría distingue como trastornos relevantes:

 

  • Fobia especifica
  • Fobia social
  • Trastorno de pánico
  • Agorafobia
  • Trastorno de ansiedad generalizada
  • Trastorno de ansiedad inducido por sustancias o medicamentos
  • Trastorno de ansiedad debido a otra afección médica

Las personas con trastorno de ansiedad generalizada tienen miedos o preocupaciones recurrentes como, por ejemplo, la salud o la situación económica, y con frecuencia tienen una sensación constante de que algo malo está por suceder. La causa de estos sentimientos intensos de ansiedad puede ser difícil de identificar. Sin embargo, los temores y preocupaciones son muy reales e impiden muchas veces que las personas se concentren en sus tareas diarias.

El trastorno de pánico implica sentimientos repentinos, intensos y no provocados de terror y pavor. Por lo general, las personas que tienen este trastorno desarrollan mucho miedo respecto a cuándo y cómo se producirá su próximo ataque de pánico, y en consecuencia a menudo limitan sus actividades, desarrollando conductas de evitación.

En la agorafobia existe un temor a encontrarse en una situación de la que sería difícil escapar u obtener ayuda en caso de que a la persona le ocurriese algo, como son los medios de transporte (tren, avión, coche,…) aunque también puede ocurrir en espacios públicos cerrados e incluso abiertos, en la cola de un establecimiento o en medio de una multitud.

En las fobias surgen miedos intensos respecto a determinados objetos o situaciones. Las fobias específicas pueden incluir situaciones como encontrarse con determinados animales, volar en avión, subir en ascensor, etc., mientras que las fobias sociales incluyen miedo y angustia en relación a entornos sociales o lugares públicos

Los síntomas como el temor extremo, falta de aire, taquicardias, opresión en el pecho, sensación de vacío en el estómago, insomnio, hormigueos en las extremidades, nauseas, temblores, sudores y mareos son comunes en todos estos trastornos de ansiedad.

Aunque como recoge el estudio ESEMED-España dirigido por el Dr. Josep M. Haro los trastornos de ansiedad son, junto a los trastornos depresivos, las patologías mentales más frecuentes (prevalencia al año y prevalencia a lo largo de la vida de los trastornos de ansiedad de 6,2 % y 9,3 % respectivamente) hay que destacar que el tratamiento, bien psicológico, bien farmacológico o mucho mejor, la utilización de ambos, es muy efectivo para disminuir e incluso solucionar el trastorno.