La quinta versión del DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorder) de la Asociación Americana de Psiquiatría incluye dentro de esta nueva categoría al trastorno de estrés agudo y el trastorno de estrés postraumático, anteriormente dentro de los trastornos de ansiedad, junto a los trastornos adaptativos y las patologías infantiles trastorno de apego reactivo y trastorno de relación social desinhibida.
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) puede comenzar a cualquier edad, incluso en la infancia. En muestras clínicas la edad media ha sido 21,5 años y en estudios epidemiológicos la edad mediana de inicio ha sido 23 años en Estados Unidos y 26 años en Australia; y la edad media, entre 24 y 28 años en Europa. Los síntomas suelen comenzar dentro de los 3 primeros meses después del trauma, aunque pueden retrasarse varios meses o incluso años. Con frecuencia el trastorno suele cumplir inicialmente los criterios del trastorno por estrés agudo, encontrando investigaciones que el 80 % de las personas que desarrollan trastorno de estrés agudo tras un trauma cumplen criterios de TEPT 6 meses más tarde; y el 63-80 % sufren TEPT 2 años después del trauma.
Según estudios epidemiológicos americanos, el 80% de los que presentan o han presentado TEPT tienen o han tenido depresión, otro trastorno de ansiedad o abuso/dependencia de sustancias. Más concretamente, entre los trastornos comórbidos se hallan el trastorno de pánico, agorafobia, trastorno obsesivo-compulsivo, fobia social, fobia específica, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno depresivo mayor, trastorno de somatización y trastornos relacionados con sustancias. También, y a diferencia de otros trastornos de ansiedad, son frecuentes los problemas de control de impulsos y conducta antisocial.
La gravedad, duración, proximidad (grado de exposición) y frecuencia del trauma son variables importantes en el desarrollo del TEPT. Es más probable en víctimas de violación si ha habido penetración, lesiones físicas, empleo de armas o varios agresores; y en víctimas de accidentes de tráfico si ha habido heridas graves. El trastorno puede aparecer incluso en personas sin condiciones predisponentes si el suceso estresante es particularmente extremo. Sin embargo, se cree que para que se desarrolle el TEPT se requiere, por lo general, la interacción del suceso traumático con otras condiciones: son necesarias una vulnerabilidad biológica (hipersensibilidad neurobiológica al estrés genéticamente determinada) y una vulnerabilidad psicológica (sensación de que los eventos amenazantes y/o las reacciones a los mismos son impredecibles y/o incontrolables basada en experiencias evolutivas tempranas), de modo que al interactuar con el evento traumático, la persona aprende a responder con miedo y ansiedad desproporcionados ante ciertos estímulos y desarrolla una aprensión o expectativa ansiosa a volver experimentar las respuestas condicionadas de miedo (alarmas aprendidas) y los estímulos internos o externos relacionados con el trauma.
Esta aprensión ansiosa implica un procesamiento defectuoso de la información junto con un gran afecto negativo. La respuesta de la persona está asimismo moderada por factores como las habilidades de afrontamiento y el apoyo social (compañía, tranquilización, comprensión, ayuda en la búsqueda y puesta en práctica de soluciones), de forma que estos influirán en el posible surgimiento del TEPT y/o en su mantenimiento o superación.
El tratamiento del TEPT requiere indispensablemente de tratamiento psicológico (exposición prolongada, la reestructuración cognitiva, la terapia cognitivo-conductual, la desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares, la inoculación de estrés, la terapia metacognitiva, la psicoterapia ecléctica breve y la terapia de práctica imaginaria) asociado en muchas ocasiones a tratamiento psicofarmacológico sintomático.
Es similar al TEPT diferenciándose en que en el TEA la duración del trastorno es de tres días a un mes después de la exposición al trauma.
Desarrollo de síntomas emocionales o del comportamiento en respuesta a un factor o factores de estrés identificables que se producen en los tres meses siguientes al inicio del factor(es) de estrés.
Estos síntomas o comportamientos son clínicamente significativos, como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:
La alteración relacionada con el estrés no cumple los criterios para otro trastorno mental y no es simplemente una exacerbación de un trastorno mental preexistente.
Los síntomas no representan el duelo normal
Una vez que el factor de estrés o sus consecuencias han terminado, los síntomas no se mantienen durante más de otros seis meses.
Existiendo varios subtipos: